En nuestro camino de emprendimiento, Angelica y yo encontramos consejos bien intencionados que, en realidad, nos desviaron del camino que tanto deseábamos. Nos decían que confiáramos en los demás, que siguiéramos los consejos de aquellos que habían tenido éxito antes que nosotras. Sin embargo, a medida que avanzábamos, descubrimos una verdad dolorosa: la mayoría de las personas están más preocupadas por sí mismas que por ayudarnos verdaderamente.
Las experiencias y decisiones que hemos tomado nos han llevado por un camino lleno de obstáculos que nos han sumido en una profunda desilusión. Nos encontramos en una depresión, sin fe en el camino que hemos elegido, confrontadas a promesas vacías y derrotas acumuladas. Bajo un cielo gris de desesperanza, caminamos sin rumbo, buscando desesperadamente un sentido en el caos.
En nuestro momento más bajo, escuchamos las palabras de una mujer prometiendo soluciones infalibles. Hablaba con pasión, los ojos brillando de fuego y convicción, y nos convenció de seguir su camino sin mencionar el precio que tendríamos que pagar. Cuando finalmente descubrimos la verdad, nos encontramos desamparadas, más desmotivadas que nunca. Lanzamos nuestros productos al mundo, esperando un éxito que nunca llegó, enfrentando una y otra vez el tormento del fracaso.
En este miércoles lamentable, nos encontramos sin éxito, inconsolables, pintando con palabras nuestro deseo de liberación. Nos preguntamos por qué aún no hemos alcanzado nuestros objetivos, cuestionando cada decisión que hemos tomado. Pero incluso en medio de la oscuridad, persistimos, esperando que el fuego de nuestra determinación nos guíe hacia la realización de nuestros sueños.
El camino del emprendimiento y de la emancipación femenina no es fácil, pero Angelica y yo estamos decididas a continuar, a pesar de los obstáculos en nuestro camino. Aprendemos de nuestras experiencias, cuestionamos nuestras decisiones y nos levantamos una y otra vez. Estamos listas para hacer oír nuestras voces, sin importar lo que el futuro nos depare. Porque al final, sabemos que somos capaces de alcanzar nuestros objetivos, con o sin la ayuda de los demás.
Les ofrecemos un pequeño poema que expresa este miércoles oscuro y gris.
Bajo un cielo gris de desilusión, caminamos sin rumbo, sin canción. Palabras ardientes nos han mal guiado, confiando en consejos que fueron fatales.
Una chica habló con fuego en los ojos, nos dijo lo que debíamos hacer, con despedidas. Pero ella ocultó el precio que debíamos pagar, y al descubrir la verdad, nos quedamos jadeantes, perdidas, desorientadas.
Confiados, lanzamos nuestros productos al viento, sin saber que una venta nos arrastraba al tormento. Ahora, en este miércoles desolado, nos encontramos sin éxito, inconsolables. Pintamos con palabras nuestro deseo, esperando el día en que seremos liberados del yugo odioso.
Cansadas, nos preguntamos, ¿por qué aún no hemos tenido éxito? Quizás sea el momento de aprender y replantear cada rincón.
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