Receta de Hamburguesa Casera y Colorida

Una receta sencilla y deliciosa desde S.O.S Cosina: una hamburguesa casera con vegetales, pensada para cuidar el cuerpo, ahorrar y disfrutar cada bocado.

Una cena sencilla que nos abraza el alma

Estos días, entre paso y paso del cotidiano, fuimos al supermercado con una intención muy clara: cocinar algo especial para compartir en s.o.s cosina. No íbamos con una lista exacta. Nos guiamos por el instinto, por esas ganas de crear algo que además de alimentar, acaricie por dentro. Porque a nosotras, la cocina no nos sirve solo para nutrirnos. Es un refugio. Un laboratorio de antojos, un rincón donde inventamos sin reglas, y sobre todo, sin culpa.

Sabemos lo difícil que puede ser encontrar ideas para comer saludable sin caer en lo repetido, y más aún cuando una quiere cuidarse sin dejar de disfrutar. Nosotras lo vivimos cada día: queremos sentirnos bien, fuertes, sin esa sensación de pesadez… pero también sin renunciar al sabor. No se trata de contar calorías, se trata de hacer las paces con la comida. Y entre juego y juego, terminamos encontrando una receta que nos hizo sonreír.

Claro que a veces soñamos con esa pastilla mágica que contenga todo lo que el cuerpo necesita, que nos ahorre tiempo y decisiones. Pero luego pensamos: ¿y el placer? ¿Y el aroma que se escapa de la sartén? ¿Y el momento de sentarse a la mesa, aunque sea en silencio, con una comida que hicimos con nuestras propias manos?

Así que nos pusimos manos a la obra.

Para la carne (hamburguesa casera):

  • Carne de cerdo molida
  • Un huevo
  • Dos cucharadas de harina (nosotras usamos la común, blanca, del mercado)
  • Media cebolla picada en cubos pequeños
  • Un diente de ajo
  • Un toque de jengibre fresco, también en trocitos
  • Sal al gusto

En un bol, mezclamos todo con una cuchara de madera, aunque si tienen una amasadora, pueden usarla. Cuando la mezcla quedó firme, hicimos una bola del tamaño que queríamos y la aplanamos un poco con las manos. En una sartén con aceite ya caliente (lo dejamos calentar unos tres minutos), pusimos la hamburguesa a fuego lento. Tardó unos seis minutos en hacerse por dentro y dorarse por fuera. La sacamos con cuidado, dejando que descansara un minuto sobre un plato.

Como acompañamiento, algo rápido y colorido:

  • Un cuarto de pimentón (nosotras elegimos el amarillo)
  • Un cuarto de pepino (sin pelar, aunque eso va al gusto)
  • Un cuarto de tomate
  • Un trozo de berenjena, cocido unos minutos en el microondas
  • Tres rodajas de tofu, fritas a fuego suave
receta de hamburguesa casera y colorida yesicangelicaingrediente

Cortamos los vegetales en tajadas largas y los acomodamos como si fueran pétalos alrededor de la hamburguesa. En el centro, la carne. Y a un lado, el tofu, que le dio al plato un contraste de textura delicioso.

Así quedó una cena sencilla, ligera, pero llena de vida. Ideal para esos días en que llegás cansada y no sabés qué hacer, pero tampoco querés caer en lo de siempre.

La disfrutamos tanto que sentimos que debíamos compartirla. Porque más que una receta, fue un gesto de cuidado. Una forma de decirnos —y decirles—: “merecemos alimentarnos bien, sin prisa, sin culpa y con gusto”.

Esto no es una venta. Es un homenaje. A nosotras, que seguimos creando aunque estemos cansadas. A ustedes, que buscan formas reales de cuidar su cuerpo sin renunciar al sabor. A todas las personas que, en medio del ruido, encuentran en la cocina un espacio para respirar.

Un detalle más sobre cómo la preparamos

Mientras la sartén soltaba su vapor suave y ese aroma cálido empezaba a envolvernos, una de nosotras cortaba el tomate con calma, con ese gesto casi meditativo que tiene usar el cuchillo con cariño. No era solo cortar, era casi una forma de hablarle al alimento. Lo mismo con el pepino: lo pasamos bajo el agua fría y lo dejamos con su piel firme. Nos gusta así, con ese crujido fresco que se siente al morderlo.

El pimentón, amarillo como el sol que se filtraba por la ventana de la cocina, lo cortamos en tiras finas. A veces pensamos que los colores en el plato también alimentan. Y teníamos razón. Porque en ese momento, todo parecía tener sentido: el olor, los colores, los sonidos suaves del sartén, incluso el silencio entre nosotras.

La berenjena, por su parte, fue al microondas. No había tiempo para horno, y no hacía falta complicarse. Unos minutos bastaron para que soltara su textura suave y casi dulce. La sacamos caliente, la dejamos respirar un poco y la acomodamos también en el plato. No había nada elegante ni espectacular, pero sí armonía.

Las rodajas de tofu, las freímos en la misma sartén, sin añadir más aceite. Solo vuelta y vuelta, hasta que quedaron doradas por fuera, cremosas por dentro. Al ponerlas al lado de la carne, completaban esa especie de mapa comestible que habíamos armado sin darnos cuenta.

Ese momento de sentarse a comer

Cuando finalmente nos sentamos frente al plato, sentimos una pequeña emoción que no siempre se nombra. Era más que hambre. Era esa sensación de haber creado algo desde cero, con nuestras propias manos, con ingredientes sencillos, con gusto y sin culpa. Comimos en silencio, pero no era un silencio vacío. Era uno lleno, sereno, como si el cuerpo mismo agradeciera.

Después de cenar, nos recostamos en el sofá, con el estómago liviano y el alma tranquila. No necesitábamos más.

Y fue ahí donde dijimos, casi al mismo tiempo: “esto tenemos que compartirlo”.

Porque cocinar no es solo preparar comida, es cuidar

Por eso este texto no es una receta cualquiera. Es una invitación a buscar momentos así, donde el acto de cocinar y comer se transforme en una forma de cuidarse. Una forma de parar, aunque sea media hora. Una forma de volver al cuerpo sin exigencia, sin metas de dieta ni castigos, sin pensar en calorías, sin pensar en lo que deberíamos hacer.

Es solo un rato de verdad. De conexión con lo simple. Con lo que nos hace bien.

Y si llegás tarde, si volvés cansada, si no querés pensar ni decidir… tal vez esta receta te salve como nos salvó a nosotras. Porque no se trata de hacer magia. Se trata de ponerle intención.

ENTREVISTA EN S.O.S COSINA

El lugar huele a comida recién hecha. La sartén aún está tibia. Hay restos de pimentón y cebolla en la tabla de picar. Yesica seca un plato mientras Angelica recoge rodajas de tofu que sobraron. La entrevistadora las observa con una sonrisa.

Entrevistadora: ¿De dónde nace esta receta que llamaron “Receta de Hamburguesa Casera y Colorida”?

Yesica: Nace de nosotras mismas. De esos días donde hay poco, pero las ganas de comer algo rico siguen ahí. No teníamos muchas cosas, pero sí lo esencial. Carne molida, un huevo, un poco de harina. Y lo demás salió mirando lo que teníamos guardado.

Angelica: Y también nace del cansancio, de volver a casa después de un día largo y no querer complicarse. Pero al mismo tiempo, no querés comer cualquier cosa. Querés algo que te haga bien. Que te abrace por dentro.

Entrevistadora: ¿Qué tiene de especial esta hamburguesa?

Angelica: Que es casera. Que lleva lo justo. No sobra nada, y todo está ahí por una razón: la carne, el ajo, la cebolla, el jengibre… sabores que se entienden. No hay que disfrazar nada. Solo mezclamos, formamos la hamburguesa con las manos y la dejamos dorarse lento. Eso ya es cocina.

Yesica: Y que es adaptable. Si no tenés carne de cerdo, puede ser pollo, o lo que tengas. No hay reglas. Esa es la belleza de lo que hacemos en s.o.s cosina: usar lo que hay, sin miedo.

Entrevistadora: ¿Y el acompañamiento?

Yesica: Ahí también usamos lo que teníamos: un cuarto de pimentón amarillo, un trozo de pepino con su piel, tomate, unas tajadas de berenjena cocidas en el microondas, y tofu dorado en sartén. Todo fresco, todo simple. Pero cuando lo servís junto, parece un plato de restaurante.

Angelica: Porque no es solo lo que se come, sino cómo lo armás. Cortar con cuidado, colocar con intención, tomarte ese minuto extra para que se vea bonito. Eso también alimenta.

Entrevistadora: ¿Y por qué decidieron compartirla?

Angelica: Porque sabemos lo que es quedarse sin ideas. Lo que es tener media nevera vacía y no saber qué cocinar. Pero también sabemos que con lo poco, se puede. Que no hace falta estar comprando comida afuera cada vez que uno no sabe qué hacer.

Yesica: Esta receta fue como un recordatorio para nosotras mismas. Que aún en la escasez, podemos crear. Podemos cuidar. Por eso la llamamos así: Una cena sencilla que nos abraza el alma. Porque eso fue lo que sentimos cuando nos sentamos a comerla.

Entrevistadora: ¿Qué buscan con s.o.s cosina?

Angelica: Compartir lo real. Recetas sin pretensión. Hechas con lo que hay. Para quienes disfrutan de cocinar, sí, pero también para quienes simplemente quieren comer bien sin gastar de más.

Yesica: Y mostrar que cocinar puede ser un acto de amor. No hace falta que sea perfecto, ni que tengas todo. Basta con tener ganas, un poco de creatividad y algo de cariño por el plato que vas a servirte.

Entrevistadora: ¿Y cómo fue trabajar juntas en esta receta?

Yesica: Como siempre. Una corta, la otra mezcla. Y cuando una se cansa, la otra sigue. Eso no cambió desde que éramos chicas.

Angelica: Lo único que cambió es que ahora lo compartimos con más personas. Pero seguimos siendo las mismas dos que jugaban a cocinar en la cocina de mamá. Solo que ahora los platos son reales.

Cocinar no siempre es una cuestión de tenerlo todo, sino de hacer algo bueno con lo que se tiene. En esta cocina pequeña, sin lujos, pero con las manos llenas de intención, Yesica y Angelica nos recuerdan que las mejores recetas no nacen de seguir pasos exactos, sino de escuchar lo que hay dentro del cuerpo, del antojo y del corazón.

Lo que compartieron hoy no es solo una hamburguesa con vegetales: es una escena de vida, una costumbre que resiste al paso del tiempo, una forma de cuidarse cuando todo afuera parece ir rápido.

S.O.S Cosina no es solo un espacio para recetas. Es una casa abierta para quienes quieren comer bien sin complicarse, para quienes buscan un respiro después del trabajo, o simplemente para quienes encuentran en una cena sencilla un gesto de amor hacia sí mismos.

Porque al final del día, lo que nos alimenta no es solo el plato… sino lo que pasa mientras lo preparamos.

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